Etiquetas
Alcoholismo, Anne Hathaway, Colossal, Dan Stevens, Feminismo, Jason Sudeikis, Juan Antonio Bayona, Nacho Vigalondo, Un monstruo viene a verme, Wonder Woman
Gloria (Anne Hathaway) es una chica bastante fiestera. Tal vez algo más que bastante. De hecho, ha perdido su trabajo hace casi un año y se pasa la noche (y el día siguiente, también) de fiesta en fiesta por Manhattan. Hasta que su novio (Dan Stevens, protagonista de Legión), ya harto, decide echarla de casa y a ella no le queda más remedio que regresar a su hogar de la infancia, una casa ahora vacía en un apacible pueblo. Allí se reencuentra con Oscar, su compañero de cole (interpretado por Jason Sudeikis, de Cómo acabar con tu jefe y Somos los Miller), que regenta el bar que heredó de su padre y la contrata como camarera.
Hasta aquí el argumento es de comedia romántica, pero la película está dirigida por Nacho Vigalondo (el de Los cronocrímenes, Extraterrestre y Open Windows) y, por decirlo usando una coletilla de moda, no da el perfil de director de comedia romántica, así que la historia se empieza a poner bizarra cuando aparece un monstruo de dimensiones gigantescas deambulando por Seúl. Sí, seguís en la misma reseña. Gloria descubre que está conectada con el monstruo y que, de hecho, puede controlarlo desde el otro lado del mundo: el monstruo hace exactamente lo que ella decide hacer. Y hasta aquí podemos llegar… sin hacer ningún espoiler severo. ¿Es una comedia? Sí, claro. ¿Es un drama? Pues también: sobre todo es un drama; pero no tanto en el sentido de que fuese un dramón y hubiera que llorar, sino porque la esencia de la película se centra en desarrollar al personaje protagonista, que debe enfrentarse a los antagonistas, uno de los cuales es ella misma.
Es una película que nos cuenta la lucha, en ocasiones cruel e infructuosa, de nosotros mismos frente a nuestros temores más arraigados, las inseguridades que han crecido a nuestro lado desde las etapas más tempranas de nuestra vida. En ese sentido, es Gloria la que lucha contra sí misma. También habla acerca de la necesidad de deshacernos de los sentimientos, las relaciones y las actitudes más tóxicas, propias y ajenas, y superarlas. Y del efecto que tienen nuestros actos sobre las vidas de los demás (esos coreanos… pobrecillos), por insignificantes que nos parezcan nuestros actos. Este es el mensaje principal de este cuento. Y el guión, con momentos de auténtica calidad, sostiene con solvencia dicho mensaje y alguno más. Para mí es una película esencialmente feminista. Lo señalo sobre todo frente al feminismo infantil que ha publicitado Wonder Woman, su compañera de de cartelera. En Colossal, los personajes masculinos ostentan un machismo reconocible, cotidiano, realista, tratando de tomar decisiones sobre Gloria pero sin Gloria (¡15 puntos para Gryffindor por el juego de palabras!), dejando en evidencia el mecanismo subyacente en las típicas comedias románticas simplonas: la salvación de la chica pasa a través del chico bueno. Porque en Colossal es la protagonista la que deberá liberarse a sí misma.
Una referencia ineludible para este filme es la reciente Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, en la que otro monstruo colosal ayudaba a que un niño asimilara el proceso de duelo por el cáncer terminal de su madre. En la de Bayona, emocionante y lacrimógena, el monstruo pertenece al imaginario del protagonista; sin embargo, en la de Vigalondo el monstruo es real, con consecuencias en la vida real, aunque no pierda nada de su valor simbólico. En ésta, además, la historia es bastante más adulta que la primera, más universal.
Creo que queda claro que me gustó la película. A Silvia le encantó. Cuando una película se queda al margen de los géneros reconocibles, hay que admitir que «puede ser para gustos» y viendo las críticas, tan variadas, pues parece ser que sí va a ser para gustos (y supongo que para amiguetes). Pero hay una cosa que me llama la atención en todas las críticas que he leído de la película, y he leído unas cuantas: ninguna hace referencia al alcoholismo de la protagonista, que es el vórtex de la espiral autodestructiva de su vida. Parece como si quisieran obviar ese tema. Hasta me quedé con la sensación de que este aspecto se suaviza en el doblaje, porque hay momentos en los que la entonación no parece encajar con el lenguaje corporal de la protagonista. ¿Será porque preferimos mirar a otro lado cuando nos presentan un problema? Eso sólo consigue que el problema se haga mayor. ¿Será porque tememos que nos corte el buen rollo de fiesta y evasión? Pues si creemos depender del alcohol para ello, ya tenemos un problema. Mientras no lo afrontemos, seguirá ganando.
Siento haberme puesto tan serio. Será cosa de la calor, o será cosa de pasar las solicitudes del fondo de libros y las ayudas. Así no hay quien duerma (por ninguna de las dos razones).
Una última moraleja: en estas aciagas semanas en las que la cartelera parece un yermo, no perdáis la fe; buscad y hallaréis. Estábamos a punto de no ir al cine y Colossal quizá haya sido la mejor película que hemos visto desde Lady Macbeth.
Extras:
- Making ¿off/of?: He estado a punto de titular esta reseña «Monster Woman» como guiño a Wonder Woman, pero en producción me dijeron que no, que resultaría confuso. Sí, ya les dije que la confusión era parte del estilo, que leyeran el resto de la reseña. Pero no me hicieron caso. Dijeron que no cobraban lo suficiente como para leer la reseña, se conformaban con leer el título. Por eso os quiero tanto: por haber llegado hasta aquí. ¡Hasta la próxima!
- ¿Sabías que… ?: Otro buen título habría sido Un monstruo viene a ver a Anne Hathaway.
- Aviso: Se ruega al propietario del vehículo 5764 HDP que acuda a retirar el vehículo… al depósito municipal.
- Advertencia legal: ningún animal fue lastimado o herido en la redacción de este post. Excepto Turka. Turka quería salir a la calle.